17 marzo, 2012

Por qué Fracasó el Socialismo

por Mark J. Perry

El socialismo es la Gran Mentira del siglo veinte. Prometiendo prosperidad, igualdad y seguridad, sólo ha producido pobreza, miseria y tiranía. Ha conseguido igualdad, pero sólo haciéndonos a todos iguales en la miseria.
Así como una "pirámide" o una cadena de cartas puede al comienzo marchar bien pero eventualmente se colapsa, el socialismo puede inicialmente mostrar algunos signos de éxito. Sin embargo, sus logros se marchitan tan pronto emergen las deficiencias fundamentales del sistema de planeación central. Es ése ilusorio éxito inicial lo que vuelve atractiva la intervención perniciosa de los gobiernos. Pero a la larga el socialismo ha sido siempre la fórmula para la tiranía y la miseria.


Un esquema tipo "pirámide" es al final insostenible porque se funda en principios erróneos. De igual modo, el colectivismo es insostenible a largo plazo porque es una teoría errónea. El socialismo no funciona porque es incompatible con los principios fundamentales de la conducta humana. Su fracaso en todo el mundo se debe a un defecto fundamental: es un sistema que ignora los incentivos.
En una economía capitalista, los incentivos son de máxima importancia. Los precios de mercado, la contabilidad de ganancias y pérdidas y la propiedad privada proveen de un eficaz sistema de incentivos que guía la conducta económica. ¡El capitalismo es la teoría de que los incentivos sí importan!
Bajo el socialismo, los incentivos juegan un papel mínimo o son totalmente ignorados. Una economía con planificación central, sin precios de mercado ni ganancias, y donde la propiedad pertenece al estado, es un sistema al que le falta ese eficaz mecanismo de incentivos que dirijan la actividad económica. Al no dar importancia a los incentivos, el socialismo es una teoría incompatible con la naturaleza humana y está así condenado al fracaso. ¡El socialismo es la teoría de que los incentivos no importan!
En un debate por radio con un profesor marxista de la Universidad de Minnesota, yo señalaba los evidentes fracasos del socialismo en Cuba, Europa del Este y China. En ese momento, los refugiados haitianos arriesgaban sus vidas tratando de llegar en balsas caseras a Florida. Yo le preguntaba: ¿por qué esas personas salen de Haití y viajan casi 500 millas hasta el 'malvado imperio capitalista', cuando están a sólo 50 millas del 'paraíso de los trabajadores' en Cuba?
El marxista admitía que muchos países 'socialistas' en el mundo estaban fracasando. Empero, según él, la razón del fracaso no es que el socialismo fuera deficiente, sino que las economías socialistas no practicaban el socialismo 'puro'. La versión perfecta del socialismo funcionaría; es sólo el socialismo imperfecto el que falla. A los marxistas les gusta comparar las versiones teóricamente perfectas del socialismo contra el imperfecto capitalismo de la vida real, lo cual les permite afirmar que el socialismo es superior al capitalismo.
Si la perfección fuera realmente una opción factible, la elección de sistemas económicos y políticos sería irrelevante. En un mundo de seres perfectos y abundancia infinita, cualquier sistema, socialismo, capitalismo o comunismo, funcionaría de maravilla.
Sin embargo, la elección de instituciones económicas y políticas es algo crucial en un universo imperfecto, con seres imperfectos y recursos limitados. En un mundo de escasez, es esencial que los sistemas económicos se basen en estructuras de incentivos que promuevan la eficiencia económica. Las opciones reales que hay que enfrentar son: o capitalismo imperfecto o socialismo imperfecto. Dadas esas opciones, la evidencia histórica favorece ampliamente al capitalismo, como el mejor sistema productor de riqueza. La fuerza del capitalismo puede atribuirse al sistema de incentivos basado en tres puntos: (1) precios determinados por las fuerzas del mercado; (2) una contabilidad de ganancias y pérdidas; (3) derechos de propiedad privada. El fracaso del socialismo se debe al descuido de algunos de estos tres componentes del sistema de incentivos.

Precios
El sistema de precios en una economía de mercado guía la actividad económica de una manera tan perfecta, que casi nadie aprecia su importancia. Los precios de mercado transmiten información acerca de la escasez relativa, y con ello coordinan eficientemente la actividad económica. El significado económico de los precios proporciona los incentivos que promueven la eficiencia.
Por ejemplo, cuando la OPEP restringió el suministro de petróleo en los 70's, los precios subieron dramáticamente. Los altos precios del petróleo y la gasolina transmitieron información valiosa tanto a compradores como a vendedores. Los consumidores recibieron un mensaje muy claro sobre la escasez de combustibles, y se vieron forzados a cambiar su conducta drásticamente. La gente reaccionó a la escasez conduciendo sus autos menos tiempo, utilizando más el transporte público y comprando autos más pequeños. Los productores reaccionaron al precio alto incrementando sus esfuerzos de exploración de nuevos mantos petrolíferos, o se sintieron incentivados a buscar y desarrollar nuevos combustibles u otras fuentes de energía.
La información transmitida por los precios altos fue lo que incentivó a compradores y vendedores. Los primeros se esforzaron más por conservar un recurso ahora más precioso, y los otros se esforzaron por encontrar más de este recurso escaso.
La única alternativa a los precios de mercado es la de los precios fijos o controlados, lo cual siempre transmite información equivocada acerca de la escasez de un recurso. De ello resultan conductas inapropiadas, pues la información falsa viene de un precio artificial, no de mercado.
Obsérvese lo que ocurrió en los 70's cuando había precios controlados para la gasolina en E.U. Había largas filas en las estaciones de servicio en todo el país porque el gobierno mantenía artificialmente bajo el precio. Como señaló por entonces Milton Friedman, podríamos eliminar esas largas filas en un solo día, con sólo dejar que el precio se elevara hasta limpiar el mercado.
Luego de estas experiencias, podemos predecir lo que ocurre en el socialismo, donde todo precio está controlado. El colapso del socialismo se debe en parte al caos e ineficiencia que resultan de los precios artificiales. La información que transmiten los precios llega siempre distorsionada. Esto, a su vez, distorsiona el mecanismo de incentivos. Los precios controlados son siempre o demasiado altos o demasiado bajos, lo que provoca carestías o excedentes. Los precios de mercado son la única manera para transmitir información que creará los incentivos que aseguren la eficiencia económica.

Ganancias y pérdidas
El socialismo también se colapsó por su falta de un sistema contable de ganancias y pérdidas. Este sistema es un mecanismo eficaz que continuamente evalúa el funcionamiento económico de cualquier empresa. Aquellas firmas más eficientes y que mejor sirven al interés público son premiadas con ganancias. Las que operan al contrario son castigadas con pérdidas.
Premiando el éxito y castigando el fracaso, este sistema se convierte en un mecanismo disciplinario que continuamente quita los recursos a las empresas débiles e ineficientes, y los redistribuye entre las más eficaces y que mejor sirven al público. Con ello se asegura una constante re-optimización de recursos, y conduce a la economía hacia mejores niveles de eficiencia. Las empresas fracasadas no pueden escapar a esta fuerte disciplina que impone el sistema de ganancias y pérdidas. La competencia obliga a las empresas a servir al interés público, o sufrir las consecuencias.
Bajo el socialismo no hay este sistema, ni puede medirse con exactitud el éxito o el fracaso de los programas diversos. Sin él, no hay manera de disciplinar a las empresas ineficientes ni de premiar a las eficientes. No hay manera de saber qué programas deben expandirse, ni qué otros deben contraerse o terminarse. Sin la competencia, las economías con planificación central no tienen una estructura de incentivos que les permita coordinar la actividad económica. Sin incentivos, el resultado es un ciclo espiral de pobreza y miseria. En lugar de redirigir continuamente los recursos hacia una mayor eficiencia, el socialismo cae en una vorágine de ineficiencia y fracaso.

Derechos de propiedad privada
Un tercer defecto fatal del socialismo es su vocinglero desdén hacia el rol que juega la propiedad privada como creadora de incentivos que impulsan el crecimiento y el desarrollo económicos. El fracaso del socialismo en todo el mundo es la 'tragedia de los comunes' a escala global.
La 'tragedia de los comunes' designa aquella experiencia en Gran Bretaña durante el siglo XVI, cuando algunas tierras eran poseídas en común por las aldeas, y estaban disponibles para el uso público. Las tierras se llenaron de yerba rápidamente, y eventualmente perdieron valor en la medida que los aldeanos las explotaban.
Cuando los activos son propiedad pública, no hay incentivos para estimular una administración sabia. Mientras la propiedad privada crea los incentivos para conservar y usar responsablemente la propiedad, la propiedad pública alienta la irresponsabilidad y el derroche. Si todos son dueños de un activo, la gente actúa como si nadie fuera el dueño. Y cuando no hay dueño, nadie cuida aquello. La propiedad pública alienta la negligencia y la mala administración.
Puesto que, por definición, el socialismo es 'la propiedad común de los medios de producción', el fracaso del socialismo es la 'tragedia de los comunes' a escala nacional. Mucho del estancamiento económico en el socialismo se debe a su incapacidad para promover derechos de propiedad. Como dice el economista peruano Hernando de Soto, viaje usted por todo el mundo y escuchará a los perros ladrar, porque incluso ellos entienden los derechos de propiedad. Solamente los gobiernos estatistas son incapaces de ello.

Los incentivos sí importan
Sin los incentivos, las economías socialistas se estancan y se derrumban. La atrofia económica que padecen es consecuencia directa de su negligencia en materia de incentivos. Ninguna cantidad de recursos naturales puede compensar esto. Rusia, por ejemplo, es uno de los países más ricos en recursos naturales, y sin embargo ha permanecido en la pobreza bajo el socialismo. Los recursos naturales ayudan, pero el principal recurso de cualquier país es su pueblo, el recurso humano.
El socialismo fracasa al ser incapaz de fomentar, promover y nutrir el potencial de los pueblos mediante los incentivos; las economías con planificación central impiden el desarrollo pleno del espíritu humano. El socialismo mata y destruye el espíritu humano -sólo pregunte a los balseros que escapan de Cuba.
Por el contrario, el capitalismo alimenta al espíritu humano, inspira la creatividad, promueve el espíritu de empresa, el ahorro, el trabajo duro y la eficiencia, y con todo ello el capitalismo crea la riqueza.
La principal diferencia entre el capitalismo y el socialismo es ésta: el capitalismo funciona.

No hay comentarios.: