12 marzo, 2012

Paraguay: Favero, el productor agropecuario, en la mira de los autoritarios

por Víctor Pavón

Víctor Pavón es Decano de Currículum UniNorte (Paraguay) y autor de los libros Gobierno, justicia y libre mercado y Cartas sobre el liberalismo.
“No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo”. Voltaire (1694-1778)
Fue historiador, filósofo y abogado francés, uno de los principales representantes de la Ilustración, un período que enfatizó el poder de la razón humana, de la ciencia y el respeto hacia la humanidad.

No conozco al señor Tranquilo Favero. No lo defiendo a él. Defiendo un principio, el de la propiedad privada y el derecho que tiene cada hombre y mujer de este país de expresar libremente sus ideas, aún con aquellas con las que no estoy de acuerdo. La Junta Municipal de Asunción y otros grupos afines al autoritarismo solicitaron se retire la ciudadanía al señor Favero. La causa: pensar diferente. Si Favero es sancionado con el retiro de su ciudadanía por pensar distinto, entonces  ¿qué le deparará a la prensa libre el día de mañana?

En el contexto de la libertad de expresión, el señor Favero puede decir lo que se le antoja de Stroessner. Para él fue un gobierno que le otorgó seguridad; pero, no por esa opinión debería ser llevado a las salas de inquisición, así como tampoco debería ser exiliado o llevado a las cárceles tal como lo hacía Stroessner. En el Paraguay del presente ya nadie puede ser sentenciado ni  expulsado por pensar diferente. Pero también el señor Favero se equivocó en sus declaraciones. El puede decir lo que piensa, pero debió ser prudente en la coyuntura política actual basada en la subordinación de la propiedad privada a los planes del gobierno. Su error solo fue aprovechado para incentivar todavía más el odio hacia su persona.  Favero, al final de cuentas, no debería olvidar que es en tierras paraguayas donde se convirtió en uno de los mayores inversionistas en el sector agropecuario.

Sin embargo, la manifiesta animadversión  contra él tiene en realidad otras causas. El pecado de Favero no se circunscribe a sus declaraciones relacionadas a las invasiones de tierras. Sus enemigos lo detestan por otra cosa. El pecado de Favero fue haberse convertido en una persona rica en un país donde mucha gente es mantenida en la pobreza bajo la promesa política de conseguir un mejor porvenir sin el esfuerzo y el sacrificio diario.

De esto tienen culpa muchos políticos y dirigentes auto denominados “sociales”. Ellos no han hecho más que seguir predicando e incentivando a la gente en creer que un mejor pasar solo se logra si se le saca o roba al que tiene más para darle al que tiene menos. En la vieja tradición socialista de considerar que el pobre es enemigo mortal del rico, este viejo engaño no ha hecho más que promover el resentimiento en mucha gente. El ataque a Favero es un síntoma de una sociedad en la que todavía existen personas que están dispuestas a todo. Desde sacarle la ciudadanía a una persona por sus ideas hasta volver a enviarlo a su país de origen, y si fuera posible en su propio ataúd. La intolerancia, no obstante, no es más que una señal de debilidad.

Es cuestión de recapitular los hechos. El ataque a Favero emprezó con la invasión de su propiedad por parte del mismo gobierno que envió a los carperos, su grupo de choque,  para afectar la propiedad privada y menguar el ánimo de miles de propietarios que labran sus tierras sin pedir nada a cambio, excepto una sola cosa: seguridad. Y siendo la seguridad la principal función de cualquier gobierno, se esperara que las autoridades sean las que impongan la ley y el orden, bajo los auspicios del sistema constitucional del estado de derecho. 

Intolerancia e inobservancia de la ley

Los que detestan la sociedad libre y abierta no solo están en el campo invadiendo propiedades y acechando a pacíficas familias que solo desean trabajar e invertir. También se hallan en las ciudades promoviendo el odio hacia sus semejantes. Los autoritarios y racistas no se quedan contentos hasta que su víctima reciba la estocada mortal. En la Junta Municipal de Asunción, la concejal Karina Rodríguez no tuvo mejor idea que solicitar se declare al señor Favero como persona no grata y se le retire a la ciudadanía. Así se hizo.

La resolución municipal dice, además, que el equipo de asesoría jurídica orientará el procedimiento del pedido de retiro de ciudadanía, que será derivado a Cancillería, al Ministerio del Interior y Migraciones. ¿Quiénes se creen los concejales para  utilizar dinero público en un tema evidentemente inconstitucional? La torpeza es tan grande que hasta se olvidaron de remitir el pedido al Poder Judicial, órgano con competencia exclusiva para el caso.

La Constitución Nacional en  el artículo 150 prescribe: “Los paraguayos naturalizados pierden la nacionalidad en virtud de ausencia injustificada de la República por más de tres años, declarada judicialmente, o por la adquisición voluntaria de otra nacionalidad. Además, nuestra ley fundamental dice que en su artículo 154 De la Competencia Exclusiva del Poder Judicial: “La ley establecerá las normas sobre adquisición, recuperación y opción de la nacionalidad, así como sobre la suspensión de la ciudadanía. El Poder Judicial tendrá competencia exclusiva para entender en estos casos”.

Pero como siempre sucede, para los autoritarios la Constitución es apenas un enunciado teórico dependiente de los vaivenes de la política que ellos mismos dictaminan. Retirar la ciudadanía a un paraguayo naturalizado, pero ciudadano de este país, por pensar diferente es una aberración jurídica y moral.

Los autoritarios solo aceptan a los que piensan como ellos para luego usarlos a su manera. A los autoritarios les encanta la gente sumisa. En nada les interesa pisotear lo que establece el artículo 26 de nuestra Constitución—De la Libertad de Expresión y de Prensa: “Se garantizan la libre expresión y la libertad de prensa, así como la difusión del pensamiento y de la opinión, sin censura alguna, sin más limitaciones que las dispuestas en esta Constitución; en consecuencia, no se dictará ninguna ley que las imposibilite o las restrinja. No habrá delitos de prensa, sino delitos comunes cometidos por medio de la prensa. Toda persona tiene derecho a generar, procesar o difundir información, como igualmente a la utilización de cualquier instrumento lícito y apto para tales fines”.

Mientras existan autoritarios que pretendan hacernos callar por nuestras ideas y opiniones, siempre habrá un dictador cerca, tan cerca que ahora los que de boca para afuera dicen ser anti stronistas, en realidad, no hacen más que reivindicar e imitar al dictador.  

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