Asesino de Toulouse 2012-03-22
Cristina Losada
El
problema es el doble rasero de quienes insisten en no estigmatizar
cuando el asesino es un islamista, y estigmatizan todo lo que pueden
cuando profesa otra ideología.
Vaya incómoda sorpresa. Incómoda únicamente para quienes habían
dibujado el retrato robot del asesino de los niños judíos de Toulouse
desde la suposición de que era un neonazi y se apresuraron en su
interpretación sociopolítica. Podía haberlo sido, desde luego. Pero hay
otros fanáticos que odian singularmente a los judíos, aunque no dudan en
matar también a aquellos a los que tachan de infieles. Resultó que el
asesino era de estos últimos. Que no era un seguidor de Hitler, sino un
seguidor de Bin Laden. ¿Y? ¿Cuál es la diferencia? La diferencia, a
efectos políticos, reside en que un asesino neonazi hubiera despertado
un clamor contra quienes alientan un clima de intolerancia y xenofobia.
En cambio, al tratarse de un yihadista se elude cualquier
contextualización y se advierte que no hay que “estigmatizar” a la
religión a la que pertenece.
Suscribo plenamente que no se puede cargar al Islam con la culpa de los
asesinatos que se perpetren en su nombre. Por supuesto. El problema es
el doble rasero. El de quienes insisten en no estigmatizar cuando el
asesino es un islamista, y estigmatizan todo lo que pueden cuando
profesa otra ideología. El caso de Anders Breivik, el noruego que mató
a decenas de miembros de las juventudes socialdemócratas el verano
pasado, resulta ilustrativo. Por ahí andan los reportajes, las
declaraciones, los sesudos análisis del contexto que se hicieron a raíz
de aquella masacre. No sólo se relacionó su patología con autores que
escriben contra el yihadismo, sino también con políticos conservadores
como Sarkozy, Cameron o Merkel. La canciller alemana figuraba en primera
fila como posible inductora intelectual por haber proclamado el fracaso
del multiculturalismo. En suma, y en caricatura, se apuntó como
responsables últimos de la masacre noruega a cuantos son contrarios a
las buenas recetas multiculti.
Si eso no es estigmatizar, no sé qué puede serlo. Pero, claro, no lo
verán así en la izquierda, que se distingue por aplicarse a sí misma un
rasero bien diferente al que emplea para juzgar al que no comparte su
credo. Su insistencia en no estigmatizar a la comunidad musulmana
suena, dado ese doble rasero, a reclamar el indulto moral también para
quienes predican la Yihad y sus “combatientes”.
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