12 marzo, 2012

Los candidatos disciplinados

Desde la primera semana de abril, las condiciones variarán. Pero la apuesta será la misma: mínima exposición personal, alta exposición mediática

Jorge Fernández Menéndez
En un estadio o a puertas cerradas, cada uno está en lo suyo. Las tomas de protesta de los candidatos presidenciales en estos días, no sólo comienzan a darle forma a las campañas sino que demuestran también, en forma palpable, cómo cada uno de ellos ha encarado este periodo de intercampaña. Enrique Peña Nieto tomará protesta en una reunión de consejo político, fuera de la Ciudad de México, a puertas cerradas. Andrés Manuel López Obrador lo hizo en una reunión en el Teatro Metropolitan, con los miembros del Movimiento Ciudadano, lo que antes era Convergencia. Josefina Vázquez Mota, mientras tanto, lo hizo en el Estadio Azul.


En realidad, los tres están siguiendo con disciplina la línea que se fijaron: Peña Nieto, convencido de su ventaja, no ha aparecido en absoluto, incluso dejando pasar oportunidades muy importantes, como el aniversario de su partido. En estas semanas se ha dedicado a planificar a puertas cerradas y ha estado casi todo el tiempo grabando spots para radio y televisión en distintas zonas del país. La idea es que desde el primero de abril, cuando comience formalmente la campaña, lanzará junto con ella una campaña mediática muy intensa y espectacular. No es un secreto que Peña apuesta a mantener su ventaja y a una utilización intensiva, como lo hizo durante seis años en el gobierno del Estado de México, de los medios electrónicos. Radio y sobre todo televisión, recorrido del país en grandes actos, sin desgastarse en los pequeños, el menor espacio posible para las controversias: ésa será la estrategia de Peña Nieto.
Andrés Manuel está apostando a fortalecer su estructura interna. Y hay que recalcar lo de su estructura porque ha colocado a muchos de los suyos, incluyendo a los personajes más controvertidos, desde Manuel Bartlett hasta Greg Sánchez en puestos de elección popular que le dejarán, para el futuro, considerando que no gane la elección presidencial, lo que francamente es lo más probable, con un movimiento territorial fortalecido durante la campaña presidencial y con un alto porcentaje de diputados y senadores. Si como algunos dicen, terminada la elección, terminará también la relación entre López Obrador y el PRD, Andrés Manuel se quedará con una estructura que podrá hacer crecer en el futuro.
Y Josefina Vázquez Mota no puede hacer otra cosa: debe mostrarse como una alternativa posible a Peña Nieto; tiene que demostrar que la elección es en realidad una lucha entre dos, para marcar una tendencia de ascenso en las encuestas que hagan de la suya una candidatura competitiva. Quizás el capítulo más débil de Josefina sea el manejo de la estructura. No tiene mayoría propia en los órganos de dirección del PAN (que tienen una mayoría de integrantes que apostaron por Ernesto Cordero) y tiene que luchar para demostrar que puede alcanzar y superar a Peña, pero también que tiene control sobre lo que sucede en su partido.
En realidad, en este periodo oscuro de intercampañas, el más favorecido ha sido Peña Nieto. Vázquez Mota vio interrumpida la vía que había iniciado al ganar la candidatura, mientras que tiene que sobrellevar decisiones por lo menos cuestionables de su propio partido, como el caso Larrazabal. Ha tenido algunos actos importantes como del Día Internacional de la Mujer, que le han permitido estar en los medios, pero poco más. López Obrador sigue en lo suyo, sin apartarse un centímetro de su ruta, aunque ella lo esté confirmando en un tercer lugar, convencido de que finalmente la estructura territorial lo terminará favoreciendo. Pero Peña salió del torbellino que lo acompañó en diciembre y buena parte de enero. Se retiró de los medios, convencido de que sus rivales tampoco podrían crecer significativamente. Y hasta ahora las cosas le han salido bien. Pero a esa vía le quedan sólo 20 días de vida. Desde la primera semana de abril (en realidad la segunda porque la primera será Semana Santa y las campañas reales no arrancarán hasta que pase el domingo de Pascuas), las condiciones variarán. Pero la apuesta será la misma: mínima exposición personal, alta exposición mediática.
Por cierto, estamos excluyendo de este análisis a Gabriel Quadri porque el candidato de Nueva Alianza no ha dado todavía luces de hacia dónde dirigirá su campaña. Pero insisto en un punto: la mayoría de los observadores están subestimando el poder de Elba Esther Gordillo. Cualquiera que sepa leer entre líneas la entrevista de ayer (realizada algunas semanas antes de su publicación) en El País, de España, podrá comprobar que Elba Esther sabe qué cartas está jugando. Y quien sea el ganador querrá comprar la carta de la estabilidad que ella está poniendo sobre la mesa.

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