21 marzo, 2012

Libertad es incompatible con Democracia

La democracia – el sistema que le confiere poderes ilimitados a la mayoría – es lo opuesto a la libertad. La democracia descansa en la primacía del grupo. El principio supremo de ese sistema es que la voluntad – los deseos – del colectivo son el criterio correcto en cuanto a asuntos políticos; por lo tanto, la mayoría puede arrogarse para sí misma el poder de explotar y tiranizar a otros.

El 11 de septiembre de 2001 fue sin duda uno de los días más horribles de la historia. Hoy, nueve años después, esa declaración de guerra continúa sin respuesta por parte del país atacado, y el agresor continúa creciéndose como muestra, entre otras cosas, el simbolismo de la famosa mezquita cerca de la “Zona Cero”.
Pero los hechos están ahí. El nuevo libro: “Winning the Unwinnable War: America´s Self-Crippled Response to Islamic Totalitarianism” (“Ganando una Guerra Imposible de Ganar: La Respuesta Malograda de Estados Unidos al Totalitarismo Islámico”) es un conjunto de 7 ensayos que muestran quién es el enemigo, cómo hay que combatirlo, y por qué la moralidad altruista de los Estados Unidos es lo que está impidiendo el triunfo.
Entre otras cosas, el libro explica por qué la estrategia correcta – atacar y destruir al enemigo, como USA hizo contra la Alemania Nazi y el imperialismo japonés en la Segunda Guerra Mundial – ha sido sustituida por la estrategia de “establecer la democracia en los países del Medio Oriente”, y cómo eso ha llevado a una solidificación del poder en regímenes cada vez más totalitarios y agresivos. En un cierto momento, el libro hace un análisis que puede sorprender e incluso abirles los ojos a muchos: La libertad es esencialmente incompatible con la democracia:
Aunque la estrategia de Bush fue llamada la “estrategia hacia la libertad”, ese título es un perverso fraude. La estrategia no tenía nada que ver con libertad política. Un título apropiado podría haber sido la “estrategia hacia la democracia” – para el gobierno sin límites de la mayoría – que es lo que realmente pretendía. Hay una profunda – y reveladora – diferencia entre defender la libertad y defender la democracia.
En el caos intelectual de hoy, estos dos términos se consideran equivalentes; de hecho, sin embargo, son opuestos. La libertad es esencialmente incompatible con la democracia. Libertad política significa la ausencia de coerción física. La libertad se basa en la idea del Individualismo: el principio que cada hombre es un ser independiente y soberano; que no es un fragmento intercambiable de la tribu; que su vida, su libertad y sus posesiones son suyas por derecho moral, no por permiso de ningún grupo. La libertad es un profundo valor porque para poder producir alimentos, cultivar la tierra, ganarse la vida, construir coches, hacer cirugía – para poder vivir – el hombre tiene que pensar y actuar usando el juicio de su propia mente racional. Para que puede hacer eso, hay que dejarlo solo; dejarlo solo significa que ni el gobierno ni otros hombres pueden iniciar la fuerza física contra él.
Dado que la libertad es necesaria para que el hombre viva, el gobierno correcto es aquel que protege la libertad de los individuos. Lo hace reconociendo y protegiendo sus derechos a la vida, la libertad, la propiedad, y la busca de la felicidad. Debe identificar y castigar a aquellos que violan los derechos de sus ciudadanos, sean criminales nacionales o agresores extranjeros. Por encima de todo, el propio poder del gobierno ha de ser delimitado de forma muy estricta y precisa, para que ni el gobierno ni ninguna turba que quiera conseguir poder estatal pueda abrogar la libertad de los ciudadanos. Este tipo de gobierno convierte la libertad individual en intocable, poniéndola fuera del alcance de cualquier multitud o grupo con ansias de poder. La vida de cada hombre sigue siendo suya, y él tiene la libertad de vivirla (mientras respeta de forma recíproca la libertad de los otros a hacer lo mismo). Este es el sistema que los Padres Fundadores crearon en América: Es una república delimitada por la Constitución de los Estados Unidos y por la Declaración de Derechos. No es una democracia.
Los Fundadores se dieron cuenta de que una democracia – el sistema que le confiere poderes ilimitados a la mayoría – es lo opuesto a la libertad. La democracia descansa en la primacía del grupo. El principio supremo de ese sistema es que la voluntad – los deseos – del colectivo son el criterio en cuanto a asuntos políticos; por lo tanto, la mayoría puede arrogarse para sí misma el poder de explotar y tiranizar a otros. Si tu pandilla es lo suficientemente grande, puedes salirte con la tuya en lo que quieras. James Madison observó que en un sistema de gobierno ilimitado de la mayoría…
… no hay nada que frene la tentación de sacrificar al grupo más débil o a un individuo indeseable. Por eso tales democracias siempre han sido un espectáculo de turbulencia y contención, siempre han mostrado ser incompatibles con la seguridad personal o los derechos de propiedad, y en general han tenido una vida corta y una muerte violenta.
Democracia es la tiranía de la turba.
Según eso, la estructura constitucional de los Estados Unidos prohibe que la mayoría infrinja, por votación, los derechos de cualquiera. Está diseñada para evitar que la turba vote para ejecutar a Sócrates, que enseñaba ideas no-ortodoxas. Está diseñada para evitar que la mayoría elija democráticamente a dictadores como Hitler o Robert Mugabe, que expropian y oprimen a un grupo específico (como los judíos en Alemania o los granjeros blancos en Zimbabwe), y destruyen las vidas de todos. Al delimitar el poder que se le permite ejercer al gobierno, aunque una mayoría exija el ejercicio de ese poder, la Constitución de los Estados Unidos sirve para salvaguardar la libertad de los individuos.

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