17 marzo, 2012

Ley y justicia en la sociedad celta irlandesa

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El ejemplo histórico más notable de una sociedad con leyes y cortes libertarias, sin embargo, ha sido descuidada por los historiadores hasta muy recientemente. Esta fue también una sociedad donde no sólo habían cortes y leyes libertarias, sino que éstas funcionaban dentro de una sociedad sin gobierno y puramente libertaria. Ésta era la Irlanda antigua -una Irlanda que persistió en esta trayectoria libertaria por unos mil años hasta su conquista brutal por parte de Inglaterra en el decimoséptimo siglo. Y, en contraste con muchas tribus primitivas de funcionamiento semejante (tales como los Ibos en África del oeste, y muchas tribus europeas), la Irlanda de antes de la conquista no era en ningún sentido una sociedad “primitiva”: era una sociedad altamente compleja que fue, por siglos, la más avanzada, la más cultivada, y más civilizada en toda la Europa Occidental.


Entonces, por mil años la Irlanda céltica antigua no tuvo ningún Estado o cualquier cosa parecida. Como escribió la autoridad principal en la ley irlandesa antigua: “no había legislatura, ningunos administradores, ninguna policía, ninguna aplicación pública de la justicia… No había rastro de justicia administrada por el Estado”.
¿Cómo era asegurada entonces la justicia? La unidad política básica de la antigua Irlanda era el tuath. Todos los “hombres libres” que poseyeran tierras, todos los profesionales, y todos los artesanos, podían ser miembros de una tuath. Los miembros de cada tuath formaban una asamblea anual que decidía todas las políticas comunes, declaraban la guerra o la paz a otra tuath, y elegían o deponían a sus “reyes”. Un punto importante es que, en contraste con las tribus primitivas, nadie era apegado o limitado a una tuath dada, así sea debido al parentesco o a la localización geográfica. Los miembros individuales eran libres, y a menudo, se separaban de una tuath y ensamblaban una tuath competidora. A menudo, dos o más tuatha decidían combinarse en una sola unidad, más eficiente. Como afirma el profesor Peden, “el tuath es un cuerpo de personas unidas voluntariamente para propósitos sociales beneficiosos y la suma total de los terrenos de sus miembros constituía su dimensión geográfica”. En pocas palabras, ellos no tenían al estado moderno con su pretensión de soberanía sobre un área territorial dada (que generalmente se expandía), divorciado de los derechos de propiedad de sus sujetos; por el contrario, los tuatha eran asociaciones voluntarias que solamente abarcaban los territorios propios de sus miembros voluntarios. Históricamente, cerca de 80 a 100 tuatha coexistieron en un momento dado a través de Irlanda.
¿Pero qué hay del “rey elegido”? ¿Constituía él una forma de gobernante de estado? Principalmente, el rey funcionaba como un sumo, presidiendo los rituales de adoración de la tuath, la cual funcionaba como un voluntariado religioso, así como una organización social y política. Como en los sacerdocios paganos y pre-cristianos, la función real era hereditaria, extendiéndose esta práctica a las épocas cristianas. El rey era escogido por la tuath de un grupo de estirpe real (el derbfine), que llevaba la función hereditaria sacerdotal. Políticamente, sin embargo, el rey tenía funciones estrictamente limitadas: él era el líder militar de la tuath, y él presidía sobre las asambleas de la tuath. Pero él solamente podía conducir las negociaciones de guerra o paz como agente de las asambleas; y él en ningún sentido era soberano ni tenía algún derecho de administrar justicia sobre los miembros de la tuath. Él no podía legislar, y cuando él mismo era parte de algún pleito, tenía que someter su caso a un árbitro judicial independiente.
Entonces de nuevo, ¿cómo fueron desarrolladas y mantenidas la ley y la justicia? En primer lugar, la ley en sí misma estuvo basada en un cuerpo de costumbres antiguas e inmemoriales, pasadas de generación en generación primero de forma oral y después escrita por una especie de juristas profesionales llamados brehons. Los brehons no eran en ningún sentido funcionarios públicos o gubernamentales; eran seleccionados simplemente por las partes del conflicto en base a su reputación en sabiduría, conocimiento de la ley-costumbre y la integridad de sus decisiones. Como indica el profesor Peden:
“. . .los juristas profesionales eran consultados por las partes involucradas en los conflictos para ser aconsejados sobre cuál era la ley que debía aplicarse en casos particulares, y estos mismos hombres actuaban a menudo como árbitros entre los demandantes. Seguían siendo siempre personas privadas, no funcionarios públicos; su funcionamiento dependía de su conocimiento de la ley y de la integridad de sus reputaciones judiciales”.
Mucho más importante aún, los brehons no tenían conexión personal alguna con la tuath individual o con sus reyes. Eran totalmente privados, nacionales en alcance, y eran utilizados por las partes en conflicto a través de Irlanda. Por otra parte, y éste es un punto vital, en contraste al sistema de abogados romanos privados, el brehon era todo lo que había para ese entonces; en la Irlanda antigua no habían otros jueces, nada de jueces “públicos” de cualquier tipo.
Fueron los brehons los que fueron enseñados en la ley, y los que agregaron lustres y usos a la ley para adaptarla a las condiciones cambiantes. Además, no había monopolio en sentido alguno de los juristas del brehon; en lugar de ello, existían varias escuelas de jurisprudencia y competían por la costumbre de la gente irlandesa.
¿Cómo se hacían cumplir las decisiones de los brehons? A través de un elaborado sistema de “seguro” o de garantes/fiadores, voluntariamente desarrollado. Los hombres estaban ligados por una variedad de relaciones de seguridad por las cuales se garantizaban los unos a los otros el reparo de los males cometidos, de la aplicación de la justicia y de las decisiones hechas por los brehons. En pocas palabras, los brehons no estaban implicados en la aplicación de las decisiones, se valían de los individuos privados ligados a través de garantes. Había varios tipos de seguridad. Por ejemplo, los garantes garantizarían con su propiedad el pago de una deuda, para después unirse al demandante y exigir el cumplimiento de la sentencia si el deudor se rechazaba a pagar. En ese caso, el deudor tendría que pagar daños dobles: uno al acreedor original, y otro como remuneración a su garante. Y este sistema se aplicó a todas las ofensas, agresiones y asaltos así como a los contratos comerciales; es decir, se aplicó a todos los casos de lo que hoy llamaríamos “ley civil” y “penal”. Todos los criminales se consideraban “deudores” que debían la restitución y la remuneración a sus víctimas, que se convertían así en sus “acreedores”. La víctima juntaría a sus garantes y procedían a aprehender al criminal o a proclamar su demanda en público y exigir que el demandado sometiese su pleito al juicio de los brehons. El criminal podía entonces enviar a sus propios garantes para negociar un arreglo o para acordar someter el conflicto a los brehons. Si él no hacía esto, era considerado “forajido” por la comunidad entera; no pudiendo hacer cumplir más cualquier demanda propia en las cortes, tratándolo como oprobio en toda la comunidad.
Habían “guerras ocasionales” en los mil años de la Irlanda céltica, pero eran reyertas de menor importancia, insignificantes comparadas con las guerras devastadoras que atormentaron al resto de Europa. Como precisa el profesor Peden, “sin el aparato coactivo del estado que pudiese con impuestos y el reclutamiento forzado movilizar cantidades grandes de soldados y de mano de obra, los irlandeses no podían sostener cualquier fuerza militar de gran escala en el campo por un largo tiempo. Las guerras irlandesas. . . eran simples reyertas y peleas de ganado según los estándares europeos”.

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