12 marzo, 2012

El auge de los neoconservadores


Por David Gordon.
El presidente Obama es sin duda un belicista, pero, excepto Ron Paul, sus oponentes republicanos conservadores le atacan por no ser suficientemente belicista. Tenemos que empezar una nueva guerra ahora mismo, dicen. Debemos destruir inmediatamente el “programa nuclear” iraní, aunque no se preocupen por explicar exactamente por qué Irán resulta ser una amenaza para Estados Unidos. Irán es solo un ejemplo: también tenemos que iniciar una cruzada mundial contra el “Islam militante”. En los debates republicanos, Gingrich y Santorum regañaron a Ron Paul. Éste no quiere matar gente en cruzadas inútiles. Para ellos eso hace del Dr. Paul un mal patriota.

Las cosas no fueron siempre así. En los años anteriores a la Segunda Guerra Mundial, los conservadores estadounidenses se oponían a las campañas globales. La Vieja Derecha se oponía al New Deal y favorecía la tradicional política estadounidense de no verse implicados en guerras extranjeras.
Murray Rothbard describe a la Vieja Derecha y explica cómo fue apartada por los belicista pseudoconservadores en The Betrayal of the American Right. Usando el libro de Rothbard como guía, exploraremos cómo cambió la derecha estadounidense.
La revolución se produjo en dos fases. Primero, William Buckley utilizó las páginas de National Review para argumentar que la no intervención tenía que ser reemplazada por una lucha global contra el comunismo. Aquéllos en la derecha que querían mantenernos fuera de la guerra (como John T. Flynn, la John Birch Society y el propio Rothbard) fueron purgados. En su defensa de la agresión, Buckley estuvo auxiliado por un grupo de excomunistas y extrotskistas. Muchos, como el propio Buckley, trabajaron en la CIA y National Review era parte de un plan de la CIA para controlar la opinión pública.
La segunda etapa llevó a los conservadores estadounidenses mucho más lejos aún del no intervencionismo. Un nuevo grupo unió sus fuerzas con Buckley: los neoconservadores, que incluyen a Irving y William Kristol, Charles Krauthammer y Robert Kagan. Estaban de acuerdo con Buckley en política exterior: también estaban a favor de una lucha armada contra el comunismo. (Un destacado neocón, Norman Podhoretz, pensaba que Ronald Reagan era demasiado blando con Rusia).
Pero al contrario que los escritores de National Review, los neoconservadores admiraban a Franklin Roosevelt y el New Deal. Pensaban que Harru Truman fue un gran presidente. Les parecía bien el estado del bienestar, mientras que “conservadores” como ellos lo dirigieran. En política exterior, el apoyo incondicional al militante Partido Likud de Israel fue su tema más importante. Los neocones querían que Estados Unidos derrocara a Saddam Hussein, de quien pensaban que amenazaba Israel y veremos el papel que desempeñaron en empezar la Guerra del Golfo y la Guerra de Iraq. Hoy los neocones quieren que nos ocupemos de Irán, otra amenaza para Israel.
En el curso, leeremos algunos de los escritos clave de los neoconservadores y examinaremos sus presupuestos. Los alumnos conseguirán una clara comprensión de aquello contra lo que está Ron Paul en su heroica batalla por la paz y la sensatez.

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