Por Moisés Naím
El Tiempo, Bogotá
¿Bombardeará Israel las
instalaciones nucleares de Irán? Si Grecia se hunde, ¿caerá Europa en un
caos económico que desestabilizará al planeta? ¿Se descarrilará China?
La lista de pronósticos lúgubres es larga y fácil de hacer. Malas
noticias sobran. Sorprende, por tanto, que las buenas no sean más
comentadas. Y el mundo ha recibido una muy buena. La pobreza mundial en
el 2010 era la mitad de la registrada en 1990, y en todo el globo
disminuyó el número de pobres.
La pobreza extrema se reduce en
los países en desarrollo. Según informe recién publicado por el Banco
Mundial, entre el 2005 y el 2008, del África subsahariana a América
Latina y de Asia a Europa Oriental, se redujo la proporción de personas
en pobreza extrema (aquellas con ingresos inferiores a 1,25 dólares
diarios). Es la primera vez que esto pasa desde que se comenzaron a
llevar estadísticas globales sobre pobreza. Resultado aún más
sorprendente porque esta disminución ocurre durante la más profunda
crisis económica del mundo desde la gran depresión de 1929. El propio
presidente del Banco Mundial había manifestado en el 2010 gran
preocupación por el impacto de la crisis en la pobreza: sus expertos
estimaban que aumentaría la cantidad de pobres en decenas de millones.
Afortunadamente se equivocaron.
Tanto, que el mundo alcanzará antes de tiempo las metas de reducción de
pobreza planteadas en los Objetivos de Desarrollo del Milenio, que 193
países de las Naciones Unidas acordaron en el 2000. Uno de los objetivos
fue que para el 2015 habría de reducirse a la mitad la pobreza extrema
en el mundo. Esta meta se ha alcanzado cinco años antes. La explicación
es que, pese a la crisis, las economías de los países más pobres y
poblados siguieron creciendo y creando empleos. Una tendencia que
comenzó hace tres décadas: 660 millones de chinos han salido de la
pobreza desde 1981. En Asia, la pobreza extrema del 77 por ciento de la
población en los 80 cayó al 14 por ciento en 1998. No solo sucede en
China, India, Brasil u otros exitosos países emergentes. Según otro
estudio, de los economistas Maxim Pinkovskiy y Xavier Sala-i-Martin,
entre 1970 y el 2006 la pobreza en África ha venido disminuyendo
rápidamente. Su conclusión es que en África "todos los países, aun
aquellos con desventajas geográficas e históricas, redujeron la pobreza.
Disminuyó tanto en países sin litoral como en aquellos con largas zonas
costeras; en países ricos en minerales como en los que no los tienen,
en quienes gozan de favorables condiciones para la agricultura y para
los menos favorecidos". En 1998, por primera vez desde que se dispone de
datos, hay más africanos por encima de la línea de pobreza que por
debajo.
Esto no quiere decir que no sigan
existiendo cientos de millones cuyas vidas son tragedias inenarrables. O
que tener ingresos de 3 o 5 dólares al día, en vez de los 1,25 que
marcan la línea de pobreza crítica, signifique gozar de estándares de
vida aceptables. La miseria sigue siendo condición normal para la
mayoría. Pero su situación mejora. Y es una buena noticia.
Y hay otro cambio: la humanidad es
cada vez más inteligente. Pruebas de cociente intelectual revelan que
el promedio mundial es cada año más alto. Esto es muy controvertido,
pues muchos críticos aducen que los tests son sesgados o que hay muchas
formas distintas de inteligencia y que es algo imposible de medir. Pero
para quienes creen que estas medidas reflejan algo concreto, el promedio
de las pruebas de inteligencia va en aumento. Tal es la tendencia que
revelan los datos. Es fácil argumentar que, en vista de las múltiples
crisis que nos acongojan, este aumento de la inteligencia promedio no se
refleja en un mundo mejor. Pero los datos sobre la disminución de la
pobreza y la mejora de muchos otros indicadores de bienestar deberían
poner a escépticos y pesimistas a la defensiva.
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