21 marzo, 2012

Buenas noticias

Por Moisés Naím

El Tiempo, Bogotá
¿Bombardeará Israel las instalaciones nucleares de Irán? Si Grecia se hunde, ¿caerá Europa en un caos económico que desestabilizará al planeta? ¿Se descarrilará China? La lista de pronósticos lúgubres es larga y fácil de hacer. Malas noticias sobran. Sorprende, por tanto, que las buenas no sean más comentadas. Y el mundo ha recibido una muy buena. La pobreza mundial en el 2010 era la mitad de la registrada en 1990, y en todo el globo disminuyó el número de pobres. 

La pobreza extrema se reduce en los países en desarrollo. Según informe recién publicado por el Banco Mundial, entre el 2005 y el 2008, del África subsahariana a América Latina y de Asia a Europa Oriental, se redujo la proporción de personas en pobreza extrema (aquellas con ingresos inferiores a 1,25 dólares diarios). Es la primera vez que esto pasa desde que se comenzaron a llevar estadísticas globales sobre pobreza. Resultado aún más sorprendente porque esta disminución ocurre durante la más profunda crisis económica del mundo desde la gran depresión de 1929. El propio presidente del Banco Mundial había manifestado en el 2010 gran preocupación por el impacto de la crisis en la pobreza: sus expertos estimaban que aumentaría la cantidad de pobres en decenas de millones.
Afortunadamente se equivocaron. Tanto, que el mundo alcanzará antes de tiempo las metas de reducción de pobreza planteadas en los Objetivos de Desarrollo del Milenio, que 193 países de las Naciones Unidas acordaron en el 2000. Uno de los objetivos fue que para el 2015 habría de reducirse a la mitad la pobreza extrema en el mundo. Esta meta se ha alcanzado cinco años antes. La explicación es que, pese a la crisis, las economías de los países más pobres y poblados siguieron creciendo y creando empleos. Una tendencia que comenzó hace tres décadas: 660 millones de chinos han salido de la pobreza desde 1981. En Asia, la pobreza extrema del 77 por ciento de la población en los 80 cayó al 14 por ciento en 1998. No solo sucede en China, India, Brasil u otros exitosos países emergentes. Según otro estudio, de los economistas Maxim Pinkovskiy y Xavier Sala-i-Martin, entre 1970 y el 2006 la pobreza en África ha venido disminuyendo rápidamente. Su conclusión es que en África "todos los países, aun aquellos con desventajas geográficas e históricas, redujeron la pobreza. Disminuyó tanto en países sin litoral como en aquellos con largas zonas costeras; en países ricos en minerales como en los que no los tienen, en quienes gozan de favorables condiciones para la agricultura y para los menos favorecidos". En 1998, por primera vez desde que se dispone de datos, hay más africanos por encima de la línea de pobreza que por debajo.
Esto no quiere decir que no sigan existiendo cientos de millones cuyas vidas son tragedias inenarrables. O que tener ingresos de 3 o 5 dólares al día, en vez de los 1,25 que marcan la línea de pobreza crítica, signifique gozar de estándares de vida aceptables. La miseria sigue siendo condición normal para la mayoría. Pero su situación mejora. Y es una buena noticia.
Y hay otro cambio: la humanidad es cada vez más inteligente. Pruebas de cociente intelectual revelan que el promedio mundial es cada año más alto. Esto es muy controvertido, pues muchos críticos aducen que los tests son sesgados o que hay muchas formas distintas de inteligencia y que es algo imposible de medir. Pero para quienes creen que estas medidas reflejan algo concreto, el promedio de las pruebas de inteligencia va en aumento. Tal es la tendencia que revelan los datos. Es fácil argumentar que, en vista de las múltiples crisis que nos acongojan, este aumento de la inteligencia promedio no se refleja en un mundo mejor. Pero los datos sobre la disminución de la pobreza y la mejora de muchos otros indicadores de bienestar deberían poner a escépticos y pesimistas a la defensiva.

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