23 febrero, 2012

Soluciones para Europa

Euro-drachmaPor Alvaro Vargas LLosa
Algunos de ustedes recordarán que Lord Wolfson (de las famosas tiendas Next) lanzó un concurso en Gran Bretaña pidiéndole a los economistas europeos que presentasen propuestas para una salida ordenada de uno o más miembros de la Unión Monetaria Europea—es decir, el euro. Ahora que la fecha límite para la presentación ha pasado, algunos de los participantes (620 equipos presentaron trabajos) están empezando a hacer públicas sus soluciones. Entre ellos, los economistas españoles Pedro Schwartz, Francisco Cabrillo y Juan Castañeda. Su propuesta ha sido publicada en español en Expansión, la publicación financiera líder de España. Es una de los más sensatas hasta ahora.

De acuerdo con los Tratados de Maastricht (1992) y de Lisboa (2009), la única manera de abandonar el euro en la práctica es salir de la Unión Europea. La salida de un miembro del todo de la UE, como opuesta a hacerlo sólo de la zona del euro, daría lugar a un caos político entre los europeos convencidos de que la unión debe mantenerse y que obviamente están dispuestos a pagar cualquier precio para evitar ese resultado. El desafío, por lo tanto, es encontrar una solución compatible con una continuada permanencia de Grecia en la UE, la cual impide el resultado más razonable—es decir la salida de Grecia del euro.
El plan de los economistas españoles supone el hecho de permitir que el euro coexista libremente con un nuevo y devaluado dracma; dejando que el gobierno griego suspenda sus pagos e inicie un  concurso de acreedores; garantizando los depósitos del público griego; finalmente, ayudar a recapitalizar a los bancos que poseen deuda griega en Alemania y Francia.
La coexistencia de múltiples monedas que incluiría al euro impediría la desintegración de la unión ya que implicaría una suspensión, no una expulsión, de la zona euro. La suspensión de pagos se traduciría en una gran “poda” para todos, incluido el Banco Central Europeo, pero permitiría respirar a Grecia y pondría fin a los rescates financieros sin fin. La garantía de los depósitos evitaría un violencia en una escala probablemente mayor que las horribles escenas que ya hemos visto en Grecia. Y el hecho de ayudar a recapitalizar algunos bancos que mantienen deuda griega sería el desagradable precio a pagar por una transición “ordenada” en lugar de una traumática, es decir, por una solución políticamente viable. Los autores calculan que costaría menos que los interminables salvatajes financieros que ya han tenido lugar y que se implementarán en el futuro, para no mencionar a las potenciales consecuencias derivadas de la incesante impresión de dinero por parte del Banco Central Europeo.
La vieja deuda denominada en euros se reduciría considerablemente, pero la gente elegiría en qué moneda expresar la nueva deuda, comerciar y pagar los impuestos. El gasto interno del gobierno estaría expresado en dracmas. Nada, por supuesto, garantiza que, una vez que la economía sea capaz de revivir gracias a la devaluación y la rebaja de la pesada carga de la deuda, el gobierno será fiscalmente responsable. Pero, si no lo fuese, el mercado respondería mediante la devaluación del dracma frente al euro y castigaría a la gente—lo que haría al gobierno responsable ante ellos y no ante la eurocracia.
Hay varios casos de dos o más monedas coexistiendo en un territorio, desde Castilla en el siglo 17 a varios países latinoamericanos donde las depreciadas monedas locales llevaron a la gente a comerciar en dólares hasta hace poco (algunos todavía lo hacen, y no me estoy refiriendo a Panamá, El Salvador o Ecuador, donde el dólar es una moneda oficial).
Nos hemos acostumbrado tanto a oír hablar de los problemas de Europa que nos olvidamos de que muchas personas e instituciones están respondiendo con respuestas sensatas a la crisis, aunque sin mucha atención de parte de las autoridades hasta el momento. Por ejemplo, recientemente un grupo de 16 think tanks de ocho países europeos más 38 personalidades europeas firmaron un documento en Bratislava denominado la “Iniciativa para una Europa libre y próspera” . Este es el objetivo de la iniciativa:
Llamar la atención sobre los riesgos y las consecuencias devastadoras de los intentos actuales y programados para resolver la crisis de la deuda mediante el incremento de la centralización política y económica del proceso de toma de decisiones de Europa en Bruselas: el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF) y el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), la adquisición de bonos del gobierno por parte del BCE, los intentos de introducir bonos o impuestos europeos comunes, y otros experimentos de centralización. Entre las consecuencias de dichas intervenciones se encuentran una profundización de la crisis de la deuda sin que se la resuelva en modo alguno, una declinación del poder adquisitivo del euro (un euro inflacionario), una carga financiera creciente sobre los ciudadanos de los estados miembros europeos, la concentración del poder y, finalmente, la limitación de la libertad y prosperidad para los pueblos de Europa.
Es urgente que las autoridades europeas prestan oídos a las voces de todo el continente que han venido planteando preocupaciones acerca de la risible respuesta a lo que está pasando de los funcionarios a los que supuestamente se les ha confiado la responsabilidad de aplicar el sentido común. Tal vez si mirasen este resumen hilarante de la debacle europea titulado “El colapso mundial explicado en tres minutos”, se darían cuenta de la farsa en que se han convertido las finanzas del viejo continente:

Traducido por Gabriel Gasave
Alvaro Vargas Llosa es Académico Asociado Senior del Centro Para la Prosperidad Global en The Independent Institute y editor de Lessons from the Poor.

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