04 febrero, 2012

SE BUSCAN RESPONSABLES DE LA CRISIS


¿Ha llegado el momento de ponerse duro con Goldman Sachs?

AFP/Getty Images

Quédense con estos cuatro nombres, porque van camino de ocupar la sección de bandidos en el imaginario colectivo estadounidense: los bancos Goldman Sachs y JP Morgan, y las agencias de calificación Standard & Poors y Moody’s.


JP Morgan acaba de pagar 153 millones de dólares (unos 104 millones de euros) para cerrar el caso civil por fraude lanzado por la Comisión del Mercado de Valores estadounidense, la SEC. A Goldman Sachs un caso similar le ha costado 550 millones de dólares (unos 384 millones de euros). Ahora la SEC va a por las agencias de calificación, según adelanta el diario Wall Street Journal.
¿Ha llegado el momento de ponerse duro, medieval, con los presuntos culpables de la crisis? ¿O están los reguladores lanzando una caza de brujas, buscando cabezas de turco? ¿No habría que perseguir también a los propios reguladores, por incautos? ¿Se atreverá alguien a presentar cargos criminales por fraude contra alguno de los grandes bancos?
El debate se intensifica por el sombrío panorama económico en Estados Unidos. El paro nominal es del 9.1%, pero hay todo un océano de personas que antes trabajaban a tiempo completo y ahora sólo encuentran empleos ocasionales y mal pagados. La perspectiva de crecimiento del país para este año se ha reducido drásticamente hasta el 2.7%. En los medios de comunicación, la pregunta es si se está entrando en una doble recesión.
El origen de la crisis tiene unas coordenadas definidas: las de Wall Street. La duda está en si las grandes corporaciones financieras infringieron la ley, incumplieron la regulación y cometieron fraude, o simplemente fueron incautas y asumieron demasiados riesgos sin hacer nada técnicamente ilegal.
“Los bancos en general no incumplieron las reglas. Quizá las reglas estaban escritas bajo la presión de los bancos, pero al fin y al cabo lo que hicieron las respetaban”, cuenta Matt Richardson, coautor de varios libros sobre cómo regular el sistema financiero tras la crisis. “Creo que se están buscando cabezas de turco. Hay mucha ira porque estas firmas fallaron, trasladaron sus problemas a la economía real, y mientras ellos recibían un rescate, la economía real no. Pero quizá deberíamos ir a por los reguladores y a por la regulación. Nunca he escuchado al Comité del acuerdo de Basilea II [sobre regulación bancaria internacional] decir ‘amigo, realmente la hemos liado’. Creo que debería haber un mea culpa más generalizado”.
Para algunos, la diferencia esencial es que los reguladores no se enriquecieron en el proceso, y algunos banqueros y los ejecutivos de las agencias de rating sí.
El Senado de EE UU ha publicado recientemente las conclusiones de su investigación sobre las causas de la crisis. En general, considera que el sistema financiero estadounidense estaba poco regulado, y dominado por la avaricia y los conflictos de intereses. Acusa directamente a Goldman Sachs, entre otros, de engañar a sus clientes y manipular los mercados.
Tras el informe, Goldman Sachs ha sido citado para comparecer ante la fiscalía de Nueva York. Se investiga si vendía a sus clientes productos que sabía que eran basura y además, por detrás, apostaba en el mercado a que su precio iba a caer, enriqueciéndose en el proceso. Y no es el único frente abierto para el banco estadounidense. La SEC le investiga también en estos momentos por el supuesto soborno por valor de 50 millones de dólares al gobierno de Libia.
“Las causas de la crisis fueron muchas y muy complejas: la burbuja inmobiliaria, capital muy escaso en instituciones financieras demasiado grandes, optimismo excesivo de las agencias de calificación y de todo el mundo involucrado en el mercado inmobiliario y de hipotecas… Todo esto es trágico, pero, en mi opinión, poco o nada de ello es un crimen”, asegura Lawrence White, economista de la Universidad de Nueva York y autor de varios libros sobre la crisis financiera. “En los casos en los que hubo fraude se debe perseguir, como en el de los corredores de bolsa y prestamistas sin escrúpulos que convencieron a inversores poco sofisticados para que firmaran préstamos totalmente inadecuados para ellos. Pero nada de esto originó la crisis”.
¿Puede entonces causarse la ruina económica de decenas de millones de personas por todo el mundo y el colapso de países enteros sin hacer nada ilegal? Por supuesto, demostrar la ilegalidad en estos casos es altamente complicado, y el precio de enfrentarse al poderosísimo lobby de Wall Street en Washington muy alto. “El fraude es como el porno, puede que sea difícil de definir, pero tiendes a reconocerlo cuando lo ves”, opina Alain Sherter en un artículo titulado ‘Por qué la SEC debería ponerse medieval con las agencias de calificación’. Estas agencias, según el autor, además de ser incompetentes, cometieron fraude: no sólo concedieron la máxima calificación a lo que luego resultarían ser bonos basura, sino que decidieron intencionadamente mantener los rating cuando se dieron cuenta de que no valían nada, porque las primas de los ejecutivos de Standard & Poors, Moody’s y Fitch dependían de ello. Hay un obvio conflicto de interés cuando las agencias de calificación cobran de las mismas empresas cuyos valores tienen que calificar.
En la calle, en Main Street, hay ganas de cobrarse alguna pieza, de que algún alto ejecutivo acabe entre rejas por el destrozo cometido. “Main Street sufrió la caída, Wall Street cobró el cheque”, reza un anuncio en las marquesinas de los autobuses neoyorquinos. Se promociona el enésimo documental sobre la crisis, el de la HBO Demasiado grande para caer. El director de otra de estas películas sobre los causantes del drama, Inside Job, plasmaba así el sentimiento de muchos estadounidenses: “Tengo que recordar que tres años después de la horrible crisis financiera causada por un fraude masivo, ni un solo ejecutivo financiero ha ido a la cárcel, y eso está mal”.

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