08 febrero, 2012

LA REALIDAD MEXICANA


Por Bret Stephens

La semana pasada, los tiroteos entre carteles de la droga enfrentados en el estado mexicano de Michoacán duraron tres días, causaron el desplome de un helicóptero de la policía, desataron un pequeño éxodo de refugiados y provocaron un número todavía no determinado de muertes.

Es casi una sorpresa que el hecho haya llegado a los medios de comunicación. "El combate demoró en conocerse porque los medios en estados como Michoacán han, en gran medida, dejado de cubrir los sangrientos enfrentamientos por orden de las bandas de narcotraficantes", informaronlos periodistas de The Wall Street Journal, David Luhnow y José de Córdoba el viernes pasado.

Sin embargo, una cosa graciosa ocurrió cuando muchos pensaban que México se
transformaría en otro estado fracasado. El "estado fracasado" entró en
"boom".

En 2010, un año en el que hubo más de 15.000 asesinatos vinculados con las
drogas (que representaron un aumento de casi 60% con respecto al año
anterior)****

. La economía creció 5,5%, la tasa más alta en una década****

. el peso mexicano se apreció frente al dólar.****

. la inflación básicamente estuvo estable.****

. Las reservas internacionales subieron a US$113.000 millones.****

. 22 millones de turistas visitaron el país.****

. el comercio con Estados Unidos llegó al nivel récord de casi US$400.000
millones.****

. en Ciudad Juárez, donde 3.000 personas fueron asesinadas el año pasado,
la industria de las "maquiladoras" agregó alrededor de 20.000 empleos.****

. El porcentaje de la población que vive por debajo de la línea de pobreza
bajó de 63,7% de hace una década a 47,4% en 2008 (último año para el cual
existen datos del Banco Mundial).****

. La tasa de alfabetización superó el 90%.****

. La expectativa de vida sigue subiendo hasta llegar casi a niveles del
Primer Mundo.****

En Estados Unidos, los sociólogos están sorprendidos por la paradoja del
declinante nivel de criminalidad en una época de alto desempleo e
incertidumbre económica.


La paradoja mexicana parece ser la opuesta.

Pero lo que la mayoría de la gente considera una paradoja es simplemente el
choque de la realidad contra nuestros clichés y prejuicios.

Consideren la idea de que el crimen en México está fuera de control. La
tasa de homicidios en México (alrededor de 12 por cada 100.000 habitantes
en 2009) fue más del doble que la de Estados Unidos (cinco por cada
100.000) pero se ubicó bien por debajo de la de Brasil (20,5 en 2008) para
no decir nada de las Islas Vírgenes, pertenecientes a Estados Unidos, donde
es de alrededor de 50.

En Ciudad de México, donde viven cerca de 20 millones de personas, la tasa
de homicidios se redujo durante la última década. En 2009, fue cerca de un
25% de la de Washington.

Entonces; ¿cómo podríamos definir fuera de control?.

¿Y cómo deberíamos tomar el hecho de que la gran mayoría de las víctimas de
la guerra contra las drogas en México son los propios integrantes de las
bandas de narcotraficantes?.

"Constituyen una parte de la población, que es menos que inútil en cada
comunidad", dijo Abraham Lincoln respecto a los apostadores de Vicksburg en
1838. "Y su muerte, si no constituye ningún ejemplo pernicioso, no es nunca
un motivo para que nadie razonablemente se lamente", agregó. Algo similar
podría ser dicho de los carteles de la droga en su actual orgía de
aniquilación mutua.

También está la idea de que México estaría mejor si nunca se hubiese
enfrentado a los carteles.

Yo crecí en ese México, en el que un gobierno corrupto y autoritario hizo
la paz con los carteles, y se quedó con una tajada del negocio.

Ese México, construido sobre conspiraciones de silencio y miedo no podía
sobrevivir a la transición del país a la democracia. No es una sorpresa
que, incluso hoy, en el quinto año de su presidencia y luego de 34.612
muertes, Felipe Calderón tenga un porcentaje de aprobación de 54%.

A los mexicanos no les faltan reparos respecto a sus métodos pero no muchos
están ofreciendo una alternativa viable para enfrentar a los carteles. Y
"viable" significa algo distinto que la fantasía de esperar que Ron Paul
(político republicano estadounidense) gane la presidencia y termine la
guerra contra las drogas. Los libertarios no van a dejar de proponer esa
utopía en lo que constituye un irresponsable consejo de perder la esperanza.

La semana pasada le pregunté al ex presidente colombiano Álvaro Uribe si
México puede derrotar a los narcos. "Colombia es un ejemplo típico de que
se puede", respondió, con las estadísticas para demostrarlo. Enfatizó que
la clave para triunfar es lo que llamó "una pedagogía permanente" para
convencer a la gente de que la guerra contra los carteles es "una pelea
necesaria, no la causa de un partido político".

Uribe rescató a Colombia de una situación mucho peor a la que enfrenta
México hoy. Pero el desafío central es el mismo: cómo establecer un estado
de derecho que tenga la legitimidad del consenso y el coraje de sus
convicciones. Hacer exactamente eso fue el logro de Uribe y sigue siendo el
desafío de Calderón. No hay mucha paradoja aquí.

La actual prosperidad de México es la apuesta de que políticas amigables
con el mercado no van a ser pronto traicionadas por un gobierno (¿priista?)
que puede ser acobardado o seducido por los criminales.

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