23 febrero, 2012

¡... Al rancho!

Se llama La Chingada... Yo creo que mandaría al ahora célebre lugar a todos los funcionarios de alto rango cuyo desempeño ha sido lamentable

Rafael Álvarez Cordero*
Allá por el camino a Morelia, saliendo de Atlacomulco hacia Maravatío, había una pequeña fonda que se caracterizaba por dos cosas: servir unas muy buenas tortas y tener un nombre insólito: La Chingada Azul. A mi madre le causaba hilaridad el nombre y en más de una ocasión fuimos a degustar las tortas de esa singular fonda.

Esto me vino a la memoria porque se supo que un candidato presidencial (cuyo nombre omito para no cometer actos de campaña) tiene allá por Palenque, a 284 kilómetros de Tuxtla, un rancho con ese mismo nombre, La Chingada, y se supo que dicen que dijo (no lo afirmo porque puede ser acto de campaña) que está cansado y que se retirará a ese lugar para disfrutar de un merecido descanso después de años de brega.
Respeto la decisión de esa persona (callo su nombre por las razones antedichas) porque creo que cada quien puede hacer de su capa un sayo y cada quien es dueño de su vida, pero me puse a pensar, ¿cuántos más deberán irse a ese rancho?
Yo creo que mandaría al ahora célebre rancho o a un rancho similar a todos los funcionarios de alto rango cuyo desempeño ha sido verdaderamente lamentable. ¿Qué me dice usted del secretario de Gobernación, que se arruga cuando alguien lo interpela? ¿Y qué piensa del de Economía, que no ha podido regularizar el abasto ni controlar los precios? ¿O la de Relaciones Exteriores, cuyas pifias son conocidas internacionalmente? ¿O el de Desarrollo Social, cuyo combate a la pobreza ha elevado el número de pobres? ¿Y el de la Función Pública, el de Agricultura, el de la Reforma Agraria? Creo que sería muy bueno mandarlos a todos… al rancho.
Y también mandaría al rancho a los legisladores de todos los colores, que han hecho de su curul un botín, ignoran o desprecian a los ciudadanos y, en ese mismo convoy que llegue al rancho, deberán ir los gobernadores y, sobre todo, los ex gobernadores que no han gobernado, han permitido el saqueo, se han llevado millones a sus cuentas y han dejado de hacer obra en sus entidades y, como el convoy sería muy grande, yo mandaría al rancho a los presidentes municipales, los policías, los síndicos y demás “autoridá” que no han cumplido con sus obligaciones.
Evidentemente no todos cabrán en el afamado rancho de Chiapas, por lo que habrá que construir otro rancho, del mismo nombre, pero un poco más alejado, para bien de todos.
Pero se necesitaría un ferrocarril si se pensara enviar al rancho a los funcionarios mencionados por el titular de la Auditoría Superior de la Federación, ya que sus principales conclusiones  demuestran que los costos para el país trascienden el mal uso de los impuestos de todos los mexicanos: las acciones y omisiones en el ejercicio de los recursos públicos no sólo mermaron la calidad de vida de amplios segmentos de la población, sino que en algunos casos tuvieron consecuencias fatales, pero… ¡no pasa nada!, ni los funcionarios ni las secretarías ni los organismos desconcentrados son tocados, y todos merecen ir… al rancho.
Y no digo más porque calificar todo lo anterior sería un acto anticipado de campaña, de una campaña que me gustaría convocar para que todo cambie en el gobierno de mi país, lo que podría comenzar mandando… al rancho a los aquí mencionados.

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