27 enero, 2012

El siguiente asalto

El siguiente asalto

 

Una muchedumbre recita el Juramento de Lealtad a la Bandera en la iglesia The River, en Tampa, antes de la llegada del candidato presidencial republicano Newt Gingrich.
Una muchedumbre recita el Juramento de Lealtad a la Bandera en la iglesia The River, en Tampa, antes de la llegada del candidato presidencial republicano Newt Gingrich.
Joe Raedle / Getty Images
Newt Gingrich dio la sorpresa en Carolina del Sur al remontar lo que parecía una ventaja definitiva en la carrera a la nominación por la candidatura presidencial republicana, y derrotar al favorito Mitt Romney de manera contundente. Gingrich obtuvo el 40% de los votos y Romney el 28%. Ocho días antes, Romney lideraba en los sondeos por los mismos doce puntos con los que perdió.


Según las encuestas a boca de urna, los votantes le escogieron porque piensan que quien fuera líder de la Cámara de Representantes tiene la “experiencia necesaria” para dirigir la marcha de la economía. El desempleo en Carolina del Sur está por arriba del promedio nacional y tres de cada diez votantes dijeron que alguien en su hogar había perdido su trabajo en los últimos tres años.
Dos tercios de los votantes se identificaron como evangélicos o cristianos “renacidos” y 40% de ellos votaron por Gingrich. Seis de cada diez votantes dijeron que para ellos era esencial que su candidato tuviera sus mismas creencias religiosas y casi la mitad de ellos votaron por Gingrich.
Una paradoja difícil de comprender dados los escandalosos antecedentes del candidato en el tema de los valores, la ética y la fidelidad conyugal. Gingrich va por la tercera esposa, y la segunda de ellas recién declaró públicamente no solo que Gingrich le había propuesto “un matrimonio abierto”, es decir, un matrimonio en el que ambos cónyuges tendrían la libertad para tener relaciones sexuales fuera del matrimonio, sino que le acusó de haberle sido infiel con la asistente que terminó siendo la tercera esposa. Y todo esto sucedía al mismo tiempo en que Gingrich acusaba al presidente Bill Clinton de inmoral por su aventura con una joven que hacía un internado en la Casa Blanca.
No menos incongruente es que quienes votaron por Gingrich digan que para ellos es muy importante que el candidato comparta sus creencias religiosas y al mismo tiempo se hagan de la vista gorda y escojan a un hombre que durante su gestión como líder de la Cámara de Representantes fue acusado de ochenta y cuatro violaciones al código de ética de la institución; castigado con una reprimenda pública más una multa de $300,000 y se le haya obligado a renunciar al puesto y al Congreso por considerar que su gestión fue indigna y caótica.
Otra de las posibles explicaciones del triunfo de Gingrich en la contienda por Carolina del Sur podría ser la errática conducta de su mayor oponente. Romney no supo cómo refutar a tiempo y con eficacia los devastadores ataques de Gingrich sobre su desempeño como director de la empresa Bain; tampoco le ayudó admitir que el multimillonario político/empresario paga porcentualmente lo mismo que una familia de ingresos modestos, un 15% sobre sus ingresos. Peor aún fue su reticencia a mostrar sus declaraciones de impuestos, y si a esto le aumentamos su falta de chispa, lo verdaderamente sorprendente es que Romney siga siendo el candidato a vencer en esta primaria republicana.
Otro factor importante en esta elección fue la centralidad de las campañas sucias a través de los llamados PACs, o Comités de Acción Política, de los tres principales candidatos, Romney, Gingrich y Rick Santorum. El atroz surgimiento de los PACs (Comités de Acción Política), que son entidades anónimas, pueden recaudar fondos sin límites y decir o insinuar lo que les venga en gana sin cortapisas, han invertido más de 27 millones de dólares en este ciclo electoral haciendo propaganda cuyo objetivo primordial es destruir la reputación de los contendientes. Tan solo en Carolina del Sur, los PACs que apoyan a los tres principales aspirantes más los de Ron Paul y Rick Perry gastaron casi 7 millones de dólares.
La carrera por la candidatura republicana llega a la Florida, el martes 31 de enero. Hasta el domingo 22 de enero, el promedio de encuestas indicaba que un 38.4% de los votantes se inclinaban por Romney y un 23% por Gingrich. Pero todo puede cambiar porque de aquí a fin de mes, los candidatos seguirán lanzándose todo el lodo que le encuentren o le inventen al contrincante sin importarles un bledo el brutal desgaste al sistema electoral del país.

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