16 enero, 2012

Ahmadineyad / día 0 y día 1

C A R L O S   L O R E T   D E   M O L A 
Historias de reportero
Ahmadineyad / día 0 y día 1

"No te olvides que vas a estar sentado frente a quien representa la mayor amenaza para Estados Unidos y el mundo occidental", me miró serio el doctor, académico y analista Rafael Fernández de Castro, mientras intentaba apagarse el frío con un sorbo a un generoso chocolate oscuro y una chamarra café campirana. Era la noche del domingo 8 de enero en un café del DF. Faltaban cuatro horas para que despegara el vuelo que me llevaría a Venezuela para entrevistar al presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad y dos de los mexicanos más sabios en política exterior me daban cátedra exprés para el encuentro con –lo dicen muchos– el rostro del próximo objetivo militar norteamericano:



Con un discurso agresivo contra Washington, con un antisemitismo que niega el asesinato de millones de judíos en la Segunda Guerra Mundial y anhela la desaparición de Israel, el presidente de Irán ha desoído las advertencias de Occidente y mantiene en su país un programa de enriquecimiento de uranio -él dice que para generar energía eléctrica, pero no pocos sospechan que para fabricar bombas nucleares (luz y armas atómicas se consiguen partiendo del mismo proceso científico).



En los últimos días, el secretario de Defensa de Estados Unidos amenazó que frenará no sólo el desarrollo de un arma atómica en Irán sino sus capacidades para producirla. Mientras, el jefe de la Organización de Energía Atómica iraní anunció que tienen lista una segunda instalación enriquecedora de uranio, escondida bajo una montaña, resguardada con artillería pesada.



Por ello Estados Unidos y Europa planean sancionar financieramente a Irán donde más le duele: sus ganancias petroleras (es el segundo país con más reservas del mundo). Irán amaga que bloqueará el Estrecho de Ormuz, impidiendo el paso de los buques que transportan el 20 por ciento del crudo del planeta y enloqueciendo con ello a los petroprecios. Barack Obama desliza que eso ameritaría una respuesta militar. Para muchos analistas, la guerra está cerca. Hay quien deduce que el Pentágono retiró a sus soldados de Iraq y Afganistán para apuntarlos hacia Irán.



Ya es lunes 9. Estoy sentado en el piso de un salón del hotel Gran Meliá Caracas, donde se hospeda Ahmadineyad. La entrevista iba a ser a las nueve de la mañana, luego a las once, a las siete de la noche... pero ya son las diez y todavía nada. Ya están las tres sillas: una para él con su bandera atrás, otra para el traductor, una para mí. Lo tendré a un metro de distancia. Cuatro cámaras apuntan a la escena. Los cables con micrófonos de solapa en un extremo cuelgan de los respaldos. Los cuerpos de seguridad presidenciales no dejan de vigilar el sitio un instante. Entran y salen iraníes y venezolanos. Los perros policía olieron hasta nuestros celulares. Ya hicimos las pruebas. La señal está lista.



Dan las 11 de la noche. Llevamos catorce horas esperando. El jefe de prensa se acerca: el presidente está cansado, no te dará la entrevista hoy, pero te recibe dentro de tres días en Ecuador.

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