26 diciembre, 2011

Sindicatos fuertes, sindicatos débiles

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Los sindicatos no tienen el mismo peso a lo largo de Latinoamérica. No en todos los países sucede lo que en México, donde la veterana líder del sindicato de maestros (el mayor de toda la región), Elba Esther Gordillo, dio en 2006 un apoyo clave a la candidatura presidencial de Felipe Calderón, del conservador Partido Acción Nacional (PAN), y ahora acaba de respaldar al favorito para las elecciones del año próximo, Enrique Peña Nieto, del antiguamente hegemónico Partido Revolucionario Institucional (PRI). Gordillo era en sus orígenes del PRI, pero tiene ahora partido propio, Nueva Alianza.
Gordillo

Tampoco en todos los países de la región acontece lo que en Argentina, donde la peronista Confederación General del Trabajo (CGT) tiene un peso clave en los gobiernos de su partido y también cuando le toca estar del lado de la oposición. No por nada la renuncia este jueves del jefe de la CGT, Hugo Moyano, a la vicepresidencia del Partido Justicialista (PJ, peronista) ha supuesto un cimbronazo cinco días después del inicio del segundo Gobierno de la peronista Cristina Fernández de Kirchner.


Moyano

La sindicalización o densidad sindical, es decir, la cantidad de trabajadores afiliados a sindicatos en relación al total de la población con empleo, alcanza una tasa de solo el 16% en Latinoamérica. Se trata de un nivel similar al de España (17%), según un informe que hace un año presentó la Confederación Sindical de las Américas (CSA) en el que se analizan las posiciones antisindicales y la precariedad estadística sobre las afiliaciones. Hay países con más del 60% de trabajadores agremiados (como Bélgica, Islandia o Suecia), otros con entre el 30% y el 60% (Austria, Irlanda e Italia), algunos entre el 20% y el 29% (Reino Unido, China y Sudáfrica), los que tienen entre el 10% y el 19% (Alemania, Holanda y Grecia) y los de menos del 10% (Turquía, India y Nigeria).
¿Dónde están situados los países latinoamericanos? Cuba tiene la tasa más alta (71%), aunque no se puede comparar la actividad sindical en la isla con la del resto de las economías de la región. Argentina le sigue con un indicador similar al italiano (32%). En el rango del 20% al 30%, el de los británicos, están Bolivia (27%) y Uruguay (25%). En el nivel español o alemán, del 10% al 20%, aparecen Brasil (18%), Venezuela y Panamá (13% cada una), Chile y Nicaragua (12% cada una), México y República Dominicana (11% cada cual) y Paraguay (10%). Claro que el mismo grado de sindicalización no implica que los jefes gremiales consigan las mismas conquistas sociales en un continente y otro. Por último están los países latinoamericanos con menos densidad sindical: Costa Rica (9%), Honduras (8%), El Salvador y Colombia (7% cada uno), Perú (6%) y Ecuador y Guatemala (2% cada uno). Todos estos son datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que a su vez se basa en informes oficiales de cada país, pero la CSA pone en duda las cifras de países como Argentina, Uruguay, Colombia y Nicaragua. Presume que en realidad son mayores.
El trabajo de la CSA, que se presentó en una reunión americana de la OIT, asumía el reto de enfrentar las críticas al sindicalismo porque “acentúa la desigualdad, amenaza la productividad, reduce la rentabilidad y las inversiones y contribuye a altas tasas de desempleo”. Todas estas acusaciones estaban recogidas en documentos publicados por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y la Secretaría General Iberoamericana. La CSA, no obstante, destacaba una recomendación de la CEPAL: “El desafío de toda la sociedad es organizar un sistema que minimice los aspectos indeseables del sindicalismo y maximizar su potencial como elemento constructivo en la sociedad”.
La central sindical americana también recoge expresiones de la OIT sobre el estancamiento de las tasas de sindicalización en Latinoamérica, mientras caen en Europa: “En casi todos los países se ha producido un estancamiento de la afiliación sindical en niveles relativamente bajos comparativamente con la mayoría de los países desarrollados. En algunos también ha descendido. Lo mismo sucede con la negociación colectiva. Existen importantes déficits en términos de promoción de la sindicalización y la negociación colectiva por parte de algunos gobiernos, y existen casos en que los sindicalistas y los trabajadores deben enfrentar comportamientos hostiles al ejercicio de estos derechos”. La afiliación ha caído entre 1995 y 2010 en países como Costa Rica, Colombia, Ecuador y Guatemala, mientras que en Brasil (donde gobernó ocho años un exsindicalista, Luiz Inácio Lula da Silva), Chile, Perú, Bolivia y México se mantuvo. Solo creció en Argentina, Paraguay, Uruguay, Nicaragua, El Salvador y Honduras. Las dictaduras de los años 70 y 80 dejaron su huella y redujeron la sindicalización, algo que se advierte en las estadísticas de Chile o Uruguay, según la CSA.
En Latinoamérica hay 40 millones de afiliados a sindicatos: 24 millones en el Cono Sur, 6 millones en la región andina, 5 millones en México, 3 millones en Cuba y apenas 2 millones en Centroamérica y República Dominicana. La cobertura de la influencia de los sindicatos es mayor si se consideran los países en los que rige la negociación colectiva, en lugar de empresa por empresa. Es así que en Uruguay el 90% de los trabajadores está incluido por la negociación colectiva, mientras que en Brasil y Argentina llega al 60%. En cambio, la cobertura es baja en Costa Rica (16%), México (11%), Chile (10%) y el resto de los países (menos del 10%). La CSA también reivindica la necesidad de reconocer “aliados de clase” a los cooperativistas, cuentapropistas y campesinos, muchas veces organizados en movimientos específicos.
La CSA recuerda que la menor tasa de sindicalización en Latinoamérica que en Europa obedece, entre otras razones, a que en aquí rige un índice de asalariados sobre el total de trabajadores inferior que el de allí. En Europea ronda entre el 80% y el 90%. En Argentina, Chile y Uruguay, más del 70%. En Perú, Bolivia y Colombia la mitad de los que trabajan lo hace en relación de dependencia. Así es que la central americana calcula que la densidad sindical en relación con los asalariados sube al 42% en Argentina, 28% en Brasil, 22% en Venezuela y 18% en Nicaragua y Paraguay.

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