28 diciembre, 2011

Experiencias venezolanas

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Después de conseguir la reelección en octubre pasado, la presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, se ha propuesto por todos los medios evitar una devaluación del peso. Su Gobierno ha restringido la compra de dólares a solo aquellos que pueden justificar sus ingresos en Hacienda, ha pedido informalmente a los importadores que retrasen compras o el pago de las mismas y ha solicitado a las multinacionales que suspendan el giro de utilidades a sus casas matrices. Así es que ha logrado mantener la cotización del peso casi sin cambios respecto del dólar, que se ha fortalecido frente a las monedas de casi todo el mundo, incluidas las latinoamericanas.
Hugo-Chávez-Cristina-Kitchnner



Un reciente informe del Estudio Bein, de Argentina, comenta  los nuevos controles cambiarios de este país y a propósito de ello recuerda qué ha sucedido con medidas similares en Venezuela. La consultora del economista Miguel Bein, exsecretario de Política Económica de Argentina, advierte que la diferencia es que el país de Hugo Chávez impuso restricciones sin bajar la inflación, mientras que el de Fernández por lo menos en principio pretende reducir en 2012 el ritmo de crecimiento de los salarios, el gasto público y la emisión monetaria. “Salvando las diferencias diametrales en cuanto a seguridad jurídica y calidad institucional, el camino de regulación financiera adoptado por Venezuela a partir de 2003, restableciendo el control de cambios a través de la creación de la oficina del CADIVI (Comisión de Administración de Divisas) para contener la formación de activos externos del sector privado vía la limitación de la compra de dólares, fuga de capitales, pago de dividendos y pago de importaciones no indispensables es una hoja de ruta para interpretar su efectividad cuando los dólares de la cuenta corriente se agotan y no prospera la moderación en la nominalidad de la economía”, explica el reporte de Bein.
Venezuela creció al ritmo de China, 10,5% anual, entre 2004 y 2008, mientras eran muy altos los precios del petróleo (que supone el 90% de las ventas externas y la mitad de los ingresos fiscales del país caribeño). La inflación era del 20,8% anual y los tipos de interés reales negativos. Subían los salarios al 21,5% en términos de dólares, crecían las importaciones y salían capitales, a pesar de los controles vigentes. La brecha entre la cotización oficial del bolívar y la del mercado negro era del 90% promedio entre 2005 y 2009.
Pero el valor del barril de petróleo se desplomó de 147 dólares a solo 33 cuando quebró el banco Lehman Brothers, en octubre de 2008. La diferencia entre la cotización oficial y la paralela se amplió al 208% en agosto de 2009. Venezuela perdió 12.795 millones de dólares en reservas internacionales. En enero de 2010, el Gobierno autorizó una devaluación: la moneda estadounidense pasó de cotizar a 2,15 bolívares en el mercado oficial a 4,30. Se licuó el poder adquisitivo de las nóminas, cayeron las importaciones, mientras los ingresos fiscales se fortalecieron por las exportaciones de petróleo, que cotizan en dólares. Así es que la economía decreció el 3,2% en 2009, en sintonía con la recesión mundial, y el 1,5% en 2010, a pesar de la recuperación generalizada en el resto de Latinoamérica.
Bein recuerda que la inflación se elevó al 27,8% anual, los salarios pasaron a crecer menos que la tasa de devaluación y la economía retomó el crecimiento en 2011, aunque un ritmo más lento que antes de la recesión (3,5%). El informe de la consultora argentina señala que, dado el alto coste político de una fuerte depreciación de la moneda, el Gobierno de Fernández está preocupado ahora en reducir el ritmo de aumento de las variables fiscales, monetarias y salariales.
“Un detalle no menor es que Venezuela también tiene abierta la cuenta capital a través de mecanismos no convencionales aprovechando la enorme brecha cambiaria (entre los mercados oficial y paralelo) para financiar al Gobierno y al mismo tiempo financiar parcialmente la demanda de activos externos”, señala el documento de Bein. “El esquema tiene como actores principales al Tesoro, a los bancos locales y al Banco Central de Venezuela. El Tesoro emite deuda en moneda extranjera a los bancos al tipo de cambio oficial, títulos que luego son revendidos en el mercado local por los bancos vía la oficina del SITME (Sistema de Transacciones con Títulos en Moneda Extranjera), aprovechando la brecha cambiaria entre el dólar oficial (4,30 bolívares) y el dólar SITME (5,30 bolívares) y estabilizando la demanda de dólares de los agentes privados que finalmente terminan vendiendo estos títulos para hacerse de moneda dura. Con este mecanismo, el Gobierno de Venezuela ha encontrado un nuevo canal de financiamiento adicional al ingreso de los petrodólares y a la monetización del Banco Central de Venezuela. Desde 2009 lleva colocados 37.000 millones de dólares, generando junto con la devaluación de la moneda una duplicación en el ratio deuda pública/PIB, que pasó de 24,6% en 2008 a 50,8% en 2011”, concluye Bein.

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